¿Quién es Delgado, el fiel escudero de Lacalle Pou y su voz en la crisis por el coronavirus?

El secretario de Presidencia comenzó su carrera política hace tres décadas, pero hoy vive en medio de una fama inoportuna. Es, también, el nexo del presidente con el FA, siindicatos y empresarios.

Política 05 de abril de 2020 Victor Camargo Victor Camargo

Quienes mejor conocen a Álvaro Delgado lo definen como un hombre de oídos abiertos, actitudes prudentes y palabras certeras. Tres virtudes que se anticipan en su rostro, uno de esos que por naturaleza o por entrenamiento parecen tener la gestualidad bajo control. Cuando desde la Torre Ejecutiva le toca dar las últimas novedades de la peor crisis de esta generación, lo hace con unas dotes de comunicador que a muchos ha sorprendido por la entereza que demuestra y la tranquilidad que transmite. Lo elogian, incluso, desde filas opositoras.

 
Sin embargo, quienes lo acompañan desde hace décadas detectan los destellos de estrés y angustia que él intenta neutralizar. “Le vi un tic nervioso en el cuello. Es muy discreto. No es nuevo. Es por su forma de ser, de absorber y no sacar para afuera. Yo reconozco ahí el dolor que está atravesando”, dice Carmelo Vidalín, con quien Delgado trabajó en 2008 y 2009, cuando el intendente evaluaba la posibilidad de presentarse como precandidato.

Otros mencionan una molestia vieja y conocida en una rodilla, que ahora se extendió a las dos. Hace un año, en plena campaña rumbo a las internas, cuando las encuestas mostraban el avance de Juan Sartori y una caída por parte de su amigo Luis Lacalle Pou, le aconsejaron que saliera a correr para liberar tensiones. Terminó con una rodilla rota y el médico le indicó que debía realizarse una operación de meniscos. La pospuso primero por las elecciones internas, después por las nacionales, por el balotaje, la asunción del gobierno, y ahora para cuando termine el caos que trajo el coronavirus.

Cada día el secretario de la Presidencia llega a su despacho a las 7:00 y es el último en irse, ya sobre las 23. Sus tres secretarios intentan organizar una agenda indescriptible en la que se superponen llamadas de ministros, reuniones con sindicatos, sectores empresariales y trabajadores que golpean a su puerta. “La frase que más estoy escuchando es ‘te llamo a vos porque no quiero molestar al presidente’”, confiesa Delgado.

A quienes trabajan con él les ha dicho que, pese a la situación que se está viviendo, las excusas no existen: la orden es que todos los reclamos que llegan a su despacho deben ser respondidos.

Sus asistentes lo ven quejarse en silencio por el dolor en las piernas. Le recriminan que tiene que operarse de una vez; al rato él les miente y les dice que ya se siente mucho mejor. “Lo que pasa es que es un hombre que no admite la palabra ‘no’. Cree que todo puede ser analizado y resuelto, y con esta crisis esa forma de ser está agudizada”, dice Juan Álvarez, uno de sus secretarios.

No hay tiempo ahora para problemas personales. Y tal vez tampoco lo hubiera antes, porque el trabajo siempre fue una prioridad en su vida. Una vida en la que intentó combinar su amor por el campo con el forjamiento de una carrera política que comenzó 30 años atrás junto a figuras como Alberto Volonté y Juan Carlos Raffo.

Y es Raffo el que advierte: “Si quieren reconstruir la historia política de Álvaro para contarle a la gente quién es, prepárense, porque van a tener que seguir una pista muy larga”.

Fuente : El País 

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