Asesino de los tres marinos dejó sus huellas en un picaporte

Además, tenía los championes manchados de sangre. El móvil fue el hurto de las armas.

Policiales 03 de junio de 2020 Victor Camargo Victor Camargo
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Huellas, una pistola y manchas de sangre fueron algunas de las pruebas en las que se basó la Fiscalía para imputar al ex marinero de 26 años y a una pareja por triple crimen de los militares en la fortaleza del Cerro. Al infante desertor se lo acusa de ser el autor material de los tres homicidios.

El imputado guardó silencio y se negó a hablar ante la fiscal, pero sus palabras no fueron necesarias para que los investigadores lo ubicaron en la escena: sus huellas quedaron en el picaporte de una puerta interna del puesto militar que da a la pieza donde dormía uno de los militares asesinados.

Conocía a las víctimas y había trabajado en el lugar de las ejecuciones. Ingresó a la Armada en 2014 y en marzo fue declarado desertor por no haberse presentado a trabajar durante 5 días sin previo aviso.

Ante la ausencia de signos de violencia en la escena, se presume que el 31 de mayo ingresó al puesto con el consentimiento de sus ex compañeros, les pidió para quedarse a dormir, le quitó el arma al infante que descansaba sobre una cama y con esa pistola asesinó a los dos militares que estaban en la mesa de entrada, les disparó dos veces en la cabeza a cada uno y luego seis veces al que dormía.

Se llevó las tres armas y sus respectivos cargadores.

La Policía obtuvo datos acerca del lugar donde estarían las armas robadas a las víctimas y 24 horas después de los crímenes allanó una casa del Cerro.

Efectivamente allí se ubicaron tres cargadores con 17 municiones cada uno y la pistola robada a uno de los infantes.

La dueña de la casa, una joven de 25 años y su pareja de 28 resultaron imputados por el delito de encubrimiento.

Alojaban al presunto autor.

Ella fue la única que habló en Fiscalía y contó que el ex marinero les confesó en una cena lo que había hecho. Que había matado a los infantes para robarles los armas y que había vendido dos de las pistolas.

El imputado estaba en la casa cuando la Policía allanó, tenía los championes manchados de sangre que se comprobó es humana quedando pendiente el ADN para saber a qué víctima corresponde.

De momento, las otras dos armas robadas a los infantes no fueron localizadas.

Para la Fiscalía está claro: el móvil de las ejecuciones fue el robo de las pistolas para su posterior venta.

Fuente : Subrayado 

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