El silencio de la nostalgia: así transcurrió el 24 de agosto

Bares cerrados, plazas casi vacías y el movimiento de un día cualquiera de semana

Nacionales 25 de agosto de 2020 Jose I. Flores Ribeiro Jose I. Flores Ribeiro

Desde hace más de 40 años Uruguay es ese país que tiene marcado a fuego en el calendario un día para celebrar su nostalgia. Oldies anglosajones, cumbias de principios de siglo, lucir disfraces temáticos de una época pasada o la simple excusa de salir y compartir un momento de festejo en pareja o con amigos. Cada 24 de agosto, La Noche de la Nostalgia convoca a miles de personas que salen a bailar a distintos bares, boliches bailables o fiestas privadas. Pero este año la emergencia sanitaria que atraviesa el país cambió todos los planes.

Las fiestas se prohibieron, así como también las aglomeraciones. Y  eso se notó. A diferencia de cualquier otro 24 de agosto donde a partir de las 21 o 22 horas ya se ve gente circulando y restaurantes llenándose, este lunes las calles de Montevideo eran las de un día de semana cualquiera. La diferencia más notoria fue que en distintos puntos estratégicos se vieron circulando móviles policiales y mayor número de controles de tránsito de la Intendencia de Montevideo (IMM).

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La preocupación por parte de las autoridades estaba instalada desde hace días. Es que, en Uruguay, el primer vector de contagio de covid-19 fue precisamente una fiesta. Entonces, esta fecha en la que tradicionalmente los uruguayos salen en masa a bailar era un asunto a atender. Por eso, las advertencias fueron reiteradas. El secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, dijo el pasado 21 de agosto en conferencia de prensa que este sería “el día de más riesgo para el Uruguay desde que empezó la pandemia". El mismo día, el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, subrayó que las fiestas bailables son un “cóctel explosivo” en este contexto y que se podría pasar a tener 1.000 brotes en una sola noche.

En efecto, desde el Ministerio del Interior se desplegaron por todo el país con 1.858 efectivos en 672 vehículos para hacer controles. En Montevideo, los móviles partieron desde la Zona Operacional II de la Jefatura de Montevideo sobre las 20 horas. 

Por su parte, la IMM dispuso a partir de las 20 horas 25 equipos de inspectores (el doble de lo que trabajan los fines de semana) con controles a lo largo de toda la capital para prevenir el desarrollo de fiestas clandestinas. Además, trabajaron más de 30 inspectores de tránsito realizando controles de alcoholemia.

Parte de esos equipos de trabajo se reunió en la rambla a la altura de Kibon Avanza. Sobre las 22.45 el comisario Francisco Idiarte, recibió a móviles policiales, equipos de la Guardia Republicana, Policía de Tránsito de la Jefatura de Policía de Montevideo y Tránsito de la IMM.

“Las directivas están claras, esperemos que sea una buena jornada y que prime por sobre todas las cosas el sentido común. Creo que va a ser así”, dijo ante todos los efectivos formados el comisario Idiarte. Y aclaró: “Para todos ustedes, nos ajustamos a las leyes y disposiciones en vigencia. El trato y respeto hacia el ciudadano por sobre todas las cosas”.

“Damos comienzo al operativo, entonces”, cerró el comisario a cargo sobre las 23 horas y los distintos vehículos comenzaron a retirarse. Hasta ese momento, según supo El Observador, no hubo ninguna denuncia sobre algún tipo de reunión no permitida.

Una de las principales preocupaciones de las autoridades era, además de las fiestas clandestinas, las posibles aglomeraciones en espacios verdes. Por eso, parte del operativo consistió también en cubrir espacios públicos donde se pudiera juntar una cantidad no apropiada de gente.

En el caso de identificar una fiesta clandestina donde los participantes se negaran a concluirla, la tarea de la policía debió ser la de notificar directamente a la fiscalía.

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Silencio
Sobre las 22 horas, en el barrio Carrasco –uno de las zonas que el operativo policial abarcó– primaba el silencio. Algunos restaurantes cerrados y otros abiertos, pero sin ningún tipo de aglomeración. Lo mismo sucedía por Punta Gorda y Malvín. Quizá, parte de ese silencio tuvo que ver con el hecho de que el feriado del 25 de agosto permitió que varios se pudieran aprovechar el fin de semana largo para irse al interior.

La circulación de gente por Parque Rodó, el Centro y Ciudad Vieja fue, sobre las doce de la noche, la de un día cualquiera. También se encontraron varios bares cerrados y, los que abrieron, no llenaron por completo sus localidades.

Desde Pony pisador, boliche que está sobre Bartolomé Mitre y Buenos Aires, contaron que la afluencia de clientes fue bastante tranquila y menor a la de un fin de semana. En el bar vecino, Shannon Irish Club, algunas personas cantaban desde las mesas de afuera a tono con la música en vivo que sonaba en el interior, donde tampoco se vio un movimiento cuantioso.

Y en la zona de bares de Parque Rodó y Cordón, que suelen ser puntos movidos los fines de semana, el silencio también entró en escena.

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Sobre la explanada de la IMM se reunieron varios grupos reducidos con una distancia considerable entre unos y otros. También estacionaron algunos autos con la música alta. Y en distintos puntos de la rambla de Montevideo, parejas o grupos de 4 o cinco personas eligieron el cielo abierto para pasar el rato.

Quizá fue el reiterado mensaje "quedate en casa". Quizá fue la toma de conciencia real sobre la situación sanitaria del país. Quizá fue el miedo hacia los controles o la elección de varios de reunirse en grupos reducidos en casas. Pero este 24 de agosto primó el silencio. 

Fuente: El Observador.

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