La disputa narco en La Unión que tuvo tres casas baleadas y ya cobró cuatro víctimas

Algunos de estos hechos están vinculados de forma estrecha; pese a eso, la Fiscalía aún los investiga como aislados

Policiales 11 de noviembre de 2020 Jose I. Flores Ribeiro Jose I. Flores Ribeiro

La disputa entre dos bandas en el barrio La Unión de Montevideo no es nueva; y el menor de 5 años que fue herido tras una balacera la madrugada de este martes, no es un hecho aislado. En esas manzanas, cuatro hombres de 21, 22, 37 y 43 años fueron asesinados a balazos entre abril y octubre de este año.

Una hora después de la medianoche de este martes la policía recibió el llamado del padre de un niño de 5 años, informando que su hijo estaba herido de bala en el hombro. Desde las calles Azara y Félix Laborde, fue trasladado al Hospital Pasteur y derivado al Pereira Rossell donde se encuentra estable. La puerta de la casa fue acribillada a balazos, así como también parte de la fachada, lugar donde la policía encontró varios cartuchos calibre 38.

Los vecinos escucharon al menos 15 detonaciones. La hermana del menor, que tiene 21 años, estaba dentro de la casa y escuchó los disparos, pero no quiso hacer la denuncia. Relató a los efectivos que no vio a el o los autores de los disparos.

Fuentes policiales aseguraron que el hecho está directamente vinculado al “atentado” ocurrido este domingo, cuando dos hombres de 19 y 27 años fueron heridos de bala en cuello y abdomen. Ocurrió a cuatro cuadras de la vivienda baleada, en Juan Morelli y Silvestre Pérez. La policía inició ese día una persecución donde detuvo a dos presuntos autores y les incautó una pistola 9 milímetros cargada, con 30 proyectiles.

La pistola fue hurtada a la Armada Nacional, confirmaron fuentes de Jefatura a El Observador.  

Esto tiene “relación directa” con el ataque a balazos que sufrió la vivienda dos días después. Y así lo vincula la policía: lo de este martes fue el "contraataque” de lo del domingo.

El 20 de abril de 2020 se conoció el fallecimiento del hombre de 37 años que ingresó baleado al Hospital Pasteur luego de recibir dos disparos: uno en el abdomen y otro en un brazo. Tenía antecedentes penales, según detallaba el parte policial al que accedió El Observador en ese momento.

El pasado 17 de junio, un joven de 22 años murió mientras era trasladado. Le habían disparado en la madrugada mientras estaba en la puerta de su casa, en Félix Laborde y Tividabo. La madrugada del pasado 4 de octubre otro joven de 21 años fue asesinado de un tiro en el pecho, también en la entrada a su vivienda. Aún la Fiscalía investiga los casos como aislados, pese a las confirmaciones de la policía de que están entrelazados.

Si bien la investigación de estos crímenes los lleva adelante la fiscalía especializada en Homicidios, no hubo aún una coordinación con el fiscal actuante tras la balacera de este martes, Carlos Negro (Flagrancia 2° turno), según supo El Observador en base a fuentes de Fiscalía.

En otro de los casos, el 9 de septiembre tras un allanamiento, la policía logró ubicar al principal sospechoso del crimen de Luis Alberto Barboza, un repartidor de comida que fue asesinado el 31 de mayo en la intersección de Azara y Félix Laborde, mientras pretendía entregar un pedido. Fue la tercera víctima, pero la primera de ellas que no es del barrio. Aún se investiga qué relación pudo haber tenido con los homicidas.

Hermetismo
El tema de la droga está complicado, dice un vecino de la cuadra que no supo enumerar la cantidad de veces que le robaron su casa, ubicada sobre la calle Azara. En diálogo con un periodista de El Observador, valora que nunca le tocó estar en persona ante un enfrentamiento.

Sin embargo, los hechos con arma de fuego no son siquiera una parte mínima de los tires y afloje que existe entre ambos grupos de delincuentes, que se enfrentan por droga y territorio, según los investigadores. Los delincuentes aprovechan la oscuridad de la madrugada para enfrentar a sus rivales.

Los ánimos están tensos en la cuadra donde balearon al menor, si uno pasaba horas después de ocurridos los disparos. Cinco mujeres están sentadas en sillas de madera bajo la sombra de un árbol. Enlentecen la velocidad de la conversación mientras siguen con la mirada cada vehículo que pasa por Azara y no es del barrio.

También, una comerciante del barrio cambia la cara y baja su voz cuando se le consulta por lo que ocurrió en la madrugada. Tuerce los ojos en dirección a la vivienda baleada pero disimula con un casi nulo movimiento de su cabeza, para no levantar sospechas de que en esa conversación se está hablando del tema del día en la zona. El hermetismo entre las personas del lugar vuelve, cada vez que las bandas toman represalias.

Fuente: El Observador.

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