Noches de verano: los jóvenes, a contrapelo de la pandemia, están en el ojo del gobierno

Los que se acercan a los 30 años culpan a los más chicos de incumplir las medidas sanitarias por el COVID-19.

Política 17 de enero de 2021 Fabio Olivera Fabio Olivera
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"Pariente, dejate de codo, si ya estamos inmunizados”, dice Alexander (35), que pincha la burbuja y se funde en un abrazo. Después de la medianoche, decenas de jóvenes se reúnen en la plaza de Valizas para compartir cervezas, vino, música, baile, charla. Los tapabocas y las distancias recomendadas por el gobierno brillan por su ausencia y parece, por un instante, una escena pre-covid, de esas que se repitieron en la costa uruguaya en los últimos 15 días. Los jóvenes están en la picota, esta vez por los descuidos sanitarios.

 
Prefectura y la Policía disolvieron en la noche del viernes una aglomeración de unas 150 personas en playa Del Rivero de Punta del Diablo, y detuvieron por desacato a dos jóvenes, de 26 y 30 años. De todas maneras, algunos consideran que el mayor riesgo en la costa ya pasó, porque la tradición indica que los primeros 10 días del año suelen ser los más festivos, y que el problema ahora regresó a la capital del país.

El primer aluvión ya pasó, pero en la costa queda la ola: la de los contagios, las internaciones y las muertes sin velorios.

Esta semana, el presidente de ASSE, Leonardo Cipriani, pidió a los jóvenes que regresan de sus vacaciones que ante cualquier síntoma hagan cuarentena para cuidar a los mayores. En ese sentido, el gobierno encargó una campaña a la agencia de publicidad Young & Rubicam dirigida especialmente a ellos en este momento clave (ver recuadro).

En rojo. 

El Centro Coordinador de Emergencias Departamental (Cecoed) de Rocha se reunió el jueves para evaluar la situación, ya que el departamento, al igual que Montevideo, Rivera y desde el viernes todo el país, se encuentra en rojo en la escala de Harvard. Las autoridades esperan que se concrete el cambio de público por las quincenas, cuando los más chicos, que desembarcan en barra en los balnearios donde se concentra la fiesta, dejan su lugar a las familias y los jóvenes más grandes, que se acercan, ya están o pasaron los 30.

Rodolfo (26) llegó el viernes a La Pedrera a pasar el fin de semana y, cuando se lo consulta por el respeto de los jóvenes a las medidas sanitarias, no duda en apuntar hacia abajo, hacia su hermano de 21 años, que pasó los primeros 10 días de enero en ese mismo balneario junto a 15 amigos. Sus padres le pidieron al más chico que hiciera cuarentena en Salinas, donde la familia tiene otra casa, al menos una semana antes de regresar a su hogar en Montevideo. Este tipo de historias, sobre padres que piden o exigen a sus hijos la cuarentena tras las fiestas de verano, proliferan.

Es lógico que los de 25 años culpen a los más chicos de las aglomeraciones que hubo en Noche Buena, Año Nuevo y los fines de semana particularmente. En parte, algo de razón tienen, pero también es cierto que en la bailanta que se armó durante varias noches en la plaza de Valizas muchos peinaban canas. Roberto Balaguer, psicólogo, escritor y magíster en educación, dice que perdura la percepción generalizada, incluso entre quienes no han llegado a los 30 años, de que “las generaciones que vienen son peores”.

A contrapelo. 

Los jóvenes llegaron a las costas rochenses sedientos de encuentros de verano y en respuesta, el municipio de La Paloma hizo peatonal la principal avenida del balneario para evitar las aglomeraciones. En tanto, esta semana se le retiró la concesión al parador de la playa Del Barco de La Pedrera, donde se reunieron entre 300 y 600 personas en la tardecita del martes 5 de enero. El municipio abrirá un llamado para propuesta para el lugar.

Las fiestas callejeras han molestado a otros jóvenes, en particular a una pareja de 25 y 26 años que, reunida en una casa sobre la calle principal de La Pedrera, resolvió denunciar las aglomeraciones al 911. La pareja contó a El País su disconformidad, en especial con los más chicos, a quienes acusan de haber olvidado la pandemia.

Balaguer advierte que “los jóvenes están a contrapelo en medio de la pandemia”, porque esa etapa de la vida en particular (entre los 13 y los 35 años) se define por la expansión de los círculos sociales, por la generación de nuevas burbujas, tanto educativas y laborales como afectivas.

En la madrugada del viernes había una decena de grupos de jóvenes, de entre tres y 15 integrantes, en la Plaza España de La Paloma, lugar predilecto de reunión de los más jóvenes. “Mis padres me comen la oreja todos los días, pero yo he salido todas las noches desde el 20 de diciembre”, comenta uno de ellos, de 17 años, que toma cerveza y se la pasa un amigo. Los adolescentes recuerdan que participaron de una aglomeración en la noche del 24 de diciembre, cuando “se armó terrible baile” en medio de la avenida. ¿Usaron tapabocas? “Estábamos re mamados”, confiesa uno de ellos.

La percepción de riesgo de los jóvenes suele ser más baja que la de los adultos o ancianos, y los correspondientes pinchazos a esas burbujas podrían explicar el aumento de casos positivos en edades más bajas. Daniel Herrera, licenciado en Bioquímica e integrante del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de Covid-19, informó a El Observador que entre el 4 y el 11 de diciembre hubo un 33% de pacientes que ingresaron a cuidados intensivos que tenían menos de 65 años, mientras que entre el 27 de diciembre y el 3 de enero esa cifra trepó a 53%. “La epidemia real también está creciendo en los jóvenes”, dijo Herrera.

Por su parte, el psicólogo y escritor Alejandro De Barbieri sostiene este tiempo exige más que nunca “postergar la gratificación”. “Hay que salir de la negación y aceptar lo que está pasando”, propone el psicólogo, para quien esta es una tarea que debemos afrontar todos, independientemente de la edad.

Una contadora de 26 años recién recibida, que está pasando sus vacaciones en La Pedrera, concuerda con esto y pide por favor que los medios no responsabilicen solo a los jóvenes. “Cancelé mi reserva para pasar Año Nuevo en un hostel de Cabo Polonio por la situación y mis abuelos van a la feria”, comenta, con evidente enfado.

En Montevideo se quedaron muchos que no quieren arriesgarse por escasa diversión. Son las cuatro de la tarde y en la Plaza Virgilio, en Punta Gorda, son muy pocos los jóvenes con tapabocas. Gastón (28 años), al igual que Pablo (24) y Sofía (28), optaron por no salir de vacaciones. “¿Para qué? Si no se puede hacer nada. Me guardo la licencia para cuando se pueda viajar”, dice a El País.

Gastón, que trabaja en una mutualista, cuenta que si bien hay jóvenes que respetan las medidas sanitarias, la norma es que si estás de vacaciones y te invitan a salir o tomar algo, lo vas a hacer. No es su caso, pero sí el de su hermano menor que está de vacaciones en Rocha. “He visto de todo en el trabajo pero mirá que le digo y no entiende”, se queja.

Preparan campaña de consciencia

La agencia de publicidad Young & Rubicam está preparando una campaña a pedido del Ministerio de Turismo para concientizar a los jóvenes de respetar las medidas para evitar aglomeraciones y disminuir los contagios.

El presidente de la agencia, Álvaro Moré, dijo a El País que “el regreso de las vacaciones es un problema mundial” y así quedó a la vista en Europa cuando, con el regreso de los turistas a sus respectivas ciudades, comenzaron a aumentar los casos. Si bien la campaña se encuentra en plena etapa de planificación, el publicista adelantó que buscarán captar la atención de los jóvenes para que, al regreso de sus vacaciones, respeten las recomendaciones.

Moré explicó que, de acuerdo a diferentes estudios, la pandemia impactó de distinto modo en las personas. “Los más jóvenes piensan que (la pandemia) les roba el presente, sobre todo por el período de confinamiento voluntario y la ausencia de clases,” entre otras consecuencias que citó el empresario.

“Tenían la ilusión de que esto iba a ser más corto y algunas prácticas se empiezan a quebrar, empiezan a salir, cambian de burbuja y hay un riesgo al regreso”, explicó Moré, que sostiene que “hay como una renuncia de los jóvenes a cuidarse”.

El psicólogo Roberto Balaguer ha insistido en la necesidad de campañas. “Desde hace meses que vengo reclamando que hay un discurso oficial que le llega a los adultos pero no a los jóvenes, porque no miran los canales de televisión”, dijo. El ministro de Salud, Daniel Salinas, hizo un intento en noviembre al grabar un mensaje en el que hablaba “como padre” y pedía a los jóvenes extremar los cuidados para “llegar de mejor forma al verano”. No parece haber tenido mucho efecto. Para Balaguer, la comunicación debe ser “más horizontal” y “los influencers son los que pueden mover la aguja entre los jóvenes, más que las autoridades”. Por esa razón, advierte que toda campaña dirigida a jóvenes debe estar enfocada a las redes sociales.

FUENTE: EL PAIS 

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