España: hombre alegó “necesidad básica” de sexo como excusa para viaje

La original excusa fue una de las muchas esgrimidas por los ciudadanos. Otras fueron la depilación de pubis o simple mala memoria.

Internacionales 09 de febrero de 2021 Fabio Olivera Fabio Olivera
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En marzo del año pasado España se sumergió en una rígida y vigilada cuarentena. Poco dispuestos a acatarla, algunos idearon ingeniosas o absurdas estratagemas. Eternizar y extender los paseos de las mascotas fue una de ellas, hasta que las autoridades comenzaron a fiscalizar esta actividad. En la desesperación por hacer calle, no faltó quien directamente se disfrazara de perro.

Si bien el país dejó atrás esa situación, los rebrotes surgidos desde el comienzo del otoño boreal han llevado a repetidas restricciones de movilidad, medidas que suelen impedir a las personas salir de sus localidades o provincias.

En ese contexto, los agentes que vigilan las carreteras y accesos a localidades se topan a diario con personas que violan estas prohibiciones, y que al verse descubiertas esgrimen las más coloridas excusas.

Por ejemplo, en la provincia valenciana de Alicante, el confinamiento perimetral del pasado fin de semana se saldó con 2.300 sanciones, 500 más que la semana anterior.

El rosario de excusas que tuvieron que soportar los agentes de la policía alicantina daría para escribir un libro de anécdotas, pero sin duda la palma se la llevó un hombre de 40 años que viajaba en ómnibus desde Murcia a Alicante para visitar a su novia y que fue detenido en un control.


Según informa el periódico murciano La Opinión, la policía de Alicante detuvo el bus el domingo en la mañana. Al indagar los motivos de traslado de los pasajeros, uno de ellos dijo estar habilitado para acceder a la ciudad pese al cierre perimetral. Recordó que la normativa permite desplazamientos para satisfacer necesidades básicas, y lo ilustró exhibiendo un recorte de prensa donde se daba cuenta de ello. Los agentes no le negaron razón, pero cuando el viajero dijo que la "necesidad básica" era visitar a su novia para hacer el amor, le informaron amablemente que su excusa no funcionaría.

Obstinado, el hombre defendió que el sexo es una necesidad básica del ser humano, como el comer. Sin embargo, lo único que logró fue que le levantaran un acta de sanción por incumplir el cierre perimetral y lo bajaran del bus.


Finalmente, tuvo que llamar a un conocido en Murcia para que fuera a buscarlo en coche, y se marchó a casa sin ver siquiera a su novia y con la multa en la billetera.

Pese a tratarse de uno de los más llamativos, el arriba descrito no fue el único caso de "viveza mediterránea" que debieron afrontar los uniformados de la ciudad.

Otro hombre trató de convencer a los policías locales de que lo dejaran pasar el control porque tenía que ir a comprarle un regalo a su novia en una conocida tienda de artículos deportivos, y aseguró que, de no conseguir el obsequio buscado, su relación correría peligro. Poco románticos, los agentes lo hicieron volver por donde había venido.

El mismo fin de semana, dos octogenarios fueron parados y el hombre declaró que tenía reservada una habitación en un suntuoso hotel para pasar el fin de semana "de fiesta con su novia", excusa que tampoco coló.

El reporte narra también el caso de una mujer que se hizo la despistada ante los agentes y por duplicado. El sábado alegó que iba a visitar a una amiga en Alicante. Al verse detenida, arguyó que debido a su avanzada edad no recordaba los días y horarios de cierre. Al día siguiente volvió a ser interceptada y dijo que iba a comprar a un supermercado que no tiene sucursales en el municipio donde vive. Le pusieron una multa, así que la compra -genuina o inventada- le salió cara.


Finalmente, una mujer presentó a los agentes una cita que tenía en un establecimiento de estética, donde -decía- iba a depilarse la entrepierna. Papel en mano, intentó convencer a los uniformados de que el lugar al que se dirigía no era un centro estético sino un establecimiento sanitario, categoría esta que sí está exceptuada en las medidas restrictivas.

Pese a no ser médicos ni esteticistas, los policías tenían el discernimiento suficiente para distinguir un hospital de un sitio de depilaciones, por lo que la mujer debió regresar a su casa con todo y pelos.

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