Mi perro me gruñe: un problema solucionable que requiere atención

Este comportamiento hostil puede tener diferentes orígenes, y la estrategia para superarlo reúne varios elementos.

ACTUALIDAD 09 de junio de 2021 Victor Camargo Victor Camargo
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En su nueva columna, el entrenador canino Andrés Peirano -cuya cautivante historia podés conocer aquí- ofrece consejos para ayudar a que tu mascota deponga una actitud indeseable.

Muchas son las consultas que recibo debido a perros que gruñen a sus guías y lo primero que debemos entender es que no existen respuestas universales ya que cada perro es un ser pensante con emociones y sujeto a un entorno lleno de variables donde no hay dos situaciones iguales. Teniendo esto en cuenta, vamos a hablar de tres variables que pueden ayudar a encontrar la raíz del problema.

1. La comunicación: Es fundamental tener una buena comunicación con nuestro compañero de cuatro patas, esto significa que debemos entender las señales que da. Muchas veces se dice que "tiro el tarascón sin aviso", cuando lo que pasa en realidad es que no supimos leer las señales que nos dio el perro previamente y este carga con todas las culpas. Nuestro perro nos dará señales de calma, señales de estrés, señales de miedo, etc y debemos entender este lenguaje. Todo perro ante una situación que no le resulta agradable pasa por tres fases; una primera fase de evitación, pero si evitando el problema no logran resolverlo pasaran a una segunda fase de amenaza y si a pesar de eso no consiguen resolver el problema terminaran atacando.


2. La relación o el vínculo: No tiene nada que ver que mi perro me vea como su referente, como su líder sólido, coherente y positivo a que mi perro me considere ese ser que está en el mundo para satisfacer todos sus deseos. Una correcta y sana estructura jerárquica es de suma importancia ante estos casos. Como todo los extremos son malos y no debemos convertirnos en unos dictadores para nuestro perro, un vínculo equilibrado, estable y fuerte es importante a la hora de prevenir estos problemas.


3. La empatía: Tenemos que tener cabeza de perro, tratar de ponernos en su lugar para entender que puede estar pasando, muchas actitudes o conductas agresivas que aparecen repentinamente se deben, por ejemplo, a dolores o malestares físicos, por lo que debemos estar muy atentos a este factor. Como también situaciones que recuerden experiencias traumáticas, en estos casos debemos platear un proceso de modificación de la conducta ya que simplemente con rezongar a nuestro perro es probable que empeoremos la situación y el trauma.


Es importante que este tipo de situaciones no deriven en conductas arraigadas y evolucionadas por lo que si no podemos encontrar una solución rápida lo más recomendable es contactar un adiestrador o modificador de la conducta canina que nos ayude a comprender mejor la situación y a resolverla de la mejor manera.


Andrés Peirano / Montevideo Portal 

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